4 Errores muy comunes de la educación canina que tienes que dejar de hacerlos ya

Tocar a perros que no conoces: la regla es muy simple: si no se conoce, no se toca. ¿Por qué? Porque no sabes si el perro está socializado, si es amistoso, si es miedoso, o si quiere que gente desconocida les toque, ¿por qué creemos que a todos les gusta ser achuchados? ¡Esa es una necesidad del humano y no del perro! Y si son niños, que corren inclinándose encima de ellos,  puede llegar a ser peligroso, no porque los perros sean agresivos, si no por una reacción natural de defenderse ante una “amenaza”. Luego, no le mires mal al dueño del perro, enséñale al niño que hay que preguntar antes de tocar.

La llamada fallida

Llegas a casa y le sacas al parque, el perro lleva horas en casa solo, deseando salir, pero tú solo tienes 10 minutos para él, y tienes prisa.

Error 1: le llamas sabiendo que no va venir.
Error 2: repites el error 1 (llamarle en estas condiciones) otras 14 veces.
Error 3: cuándo por fin viene, te enfadas, le regañas, y a casa.

Si sabes de antemano que tienes poco tiempo o que el perro no está educado o por la razón que sea no va volver, sácale con una correa larga y no le sueltes.

Llamarle por su nombre más de 3 veces es igual a enseñarle a no venir y siempre esperar más para atenderte.

Cuando el perro viene, y está a tu lado, jamás, insisto, jamás le tienes que regañar, o le felicitas por estar contigo o no le dices nada, pero regañarle nunca porque lo que vas a conseguir es que no venga la próxima vez y/o que tarde cada vez más.

Seamos sensatos, un perro que lleva todo el día solo, sin estar con nadie más, necesita ese paseo como parte de su rutina,  para hacer sus necesidades, socializar, en definitiva para “ser perro”. Por favor, un día con prisa y poca paciencia nos pasa a cualquiera, pero no hagas de eso su rutina o tendrás consecuencias de comportamiento muy pronto.

Enfadarte cuando él falla en una sesión de entrenamiento

Imaginemos que le estamos enseñando a tumbarse con la señal de “tumba” y unas chuches. Primero coges el premio, le vas guiando con la mano hacia abajo con la esperanza de que él se eche al suelo y así gane su premio, pero no es así, por la razón que sea (y pueden haber muchísimas) el perro no se tumba y el dueño se cabrea. Mal, muy mal cabrearse con un animal que está intentando entender lo que le estamos pidiendo y es completamente normal que se confunda.

Si tu perro está ahí, contigo, mirándote, pero está fallando, no le eches la culpa a él y piensa qué es lo que  tú puedes hacer para comunicarte mejor y que entienda lo que estás pidiendo.

Nunca regañes a un animal por intentar y fallar en algo que él no lo sabe, eso es muy injusto y frustrante para él.

Premiar comportamientos indeseados: ocurre todo el tiempo: cuando son cachorros le animas y le felicitas cuando te saluda apoyando sus pequeñas patitas en tu cuerpo, pero cuando son mayores (tras meses reforzándolo) empieza a molestar porque el cachorro de 3 Kg ahora pesa más de 15Kg; o bien algún día le das un trocito de filete pero luego molesta que el perro pida comida; juegas de manera brusca, agarrándole del hocico y luchando con él, y luego no entiendes por qué el perro no es capaz de estar tranquilo.

Reflexiona un momento acerca de todo aquello que le estás premiando y potenciando día tras día.

Recuerda: tu perro es un reflejo de lo que tú le enseñes.


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