Sin duda el tema perros y niños es uno de mis favoritos (no es de extrañar que tenga publicados tres cuentos infantiles, ¿no?) tratándose de cachorros, el tema es apasionante por que son sumamente parecidos (salvando su distancia, claro).
Hace muy poco he estado con una familia que tiene una cachorra de 5 meses y un niño de menos de 2 años, y es que son tal para cuál: muchos juguetes, muchísimas ganas de jugar, mucha energía que gastar y ganas de descubrir al mundo.
Los juguetes de los niños suelen ser mucho más interesantes que los juguetes de los cachorros
además de conllevar cierto riesgo para ellos.
Que si, que ya es bastante y en realidad no hace falta mucho (ni para unos ni para otros) ok, pero la realidad es que nos encontramos con niños que tienen un arsenal de juguetes súper guays que van a atraer a cualquier cachorro que esté a su lado (oye, y no tan cachorros) y hay que evitar problemas y que el perro los destroce, o los trague, se haga daño, y tengamos disgustos varios.
¿Qué hacemos?
¿Dejamos al cachorro a un lado, fuera, o yo que sé dónde, para no molestar al niño? Para mí, esa no es una opción, crecer con perros es maravilloso y es un regalo que les hacemos (entre mis posts hay más información sobre esto) la idea es que crezcan juntos y para eso, hay que echarles una mano y evitar complicaciones, así que esto es lo que recomiendo hacer:
1-Cuando el cachorro quiera robarle algo al niño, darle a cambio su juguete, algo que él sí pueda jugar y mordisquear. Siempre ofreceremos una alternativa.
2-Dedicarle unos minutos a hacer que ese juguete sea igual de interesante que el del niño y prestarle un poco de atención, parte del interés reside precisamente en conseguir atención, así que ojo a eso.
3-Llamar al cachorro y llevar su atención hacia otro lado, invitándole a un nuevo juego de buscar granitos de pienso que se mueven por el suelo, y otros tantos que él se irá encontrando por el camino. Puedes usar parte de su ración de comida para eso.
4-Enseñarle lo que si se espera de él (no “robar” juguetes) y para eso será fundamental trabajar con el cachorro la ausencia del comportamiento no deseado: con piezas de puzzles, de legos, de lo que tengáis, que estén por el suelo delante del cachorro, poco a poco estos objetos empezarán a moverse (los lanzaremos cerca y luego cada vez más lejos) y cada vez que el cachorro mire y no los coja: premio. Entregamos un granito de pienso, un trocito de algo sabroso que le guste ( lo siento, no vale con una caricia, no de esta vez), y así enseñamos lo que queremos.
Si pasas más tiempo en el “no” (regañando porque el cachorro se ha portado mal) estás sembrando comportamientos que no quieres porque tu atención está ahí, créeme, se te va hacer largo esto. Apuesta por el SI, y el camino será el doble de fácil.
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