Cualquier perro ladra ante determinados estímulos y situaciones, por ejemplo, con los petardos, por el gran malestar que les ocasiona, o cuando un desconocido se acerca a nuestra casa, es perfectamente normal que vocalice, el problema reside en el ladrido continuo, excesivo, incesante, que puede acompañar otro tipo de señales corporales indicando una reacción de miedo, frustración, etc.
Si éste es su caso, para empezar lo fundamental es intentar descubrir la raíz del problema de los ladridos: qué es lo que provoca que él ladre.
Si no se tiene muy claro, una idea es grabarle mientras está solo o intentar apuntar en qué ocasiones ladra hasta poder llegar a alguna conclusión, y pueden ser miles de cosas, por ejemplo, el caso de un perro que se queda solo en el jardín y puede ver a través de la valla lo que sucede en la calle, ¿qué ocurre? que cada vez que alguien vaya pasar por delante el perro empieza a ladrar y esa persona seguramente se aleje o bien por qué se haya asustado o simplemente porque estaba de paso, pero ¿qué es lo que ha aprendido el perro? que ladrando consigue que los extraños se alejen de su casa, con lo cual ¡funciona! Y así la conducta se auto refuerza.
El no seguir reforzando las conductas indeseadas, en este caso los ladridos, representan una parte fundamental de la terapia de re-educación, pero, puede también que el dueño sin saberlo le haya reforzado esa conducta desde cachorro, muy simple, si cada vez que el perro ladraba le dábamos lo que quería (aunque fuese solo atención) él aprendió la receta para conseguir lo suyo, a cambio, siempre se le puede enseñar otra manera de conseguir nuestra atención, enseñándole un comportamiento alternativo más educado, por ejemplo, sentándose.
Algo que está claro es que el ladrido problemático, sea de excitación, inseguridad, soledad, aburrimiento, miedo o estrés no debe nunca ser regañado por su dueño, por la simple razón de que no funcionará y puede empeorar el problema, es mucho más inteligente intentar minimizar las posibilidades de que vuelva a ocurrir (si pensamos en el ejemplo de la valla del jardín, lo ideal es tapar la valla), no añadir más estrés al perro sino ayudarle a gestionar situaciones en las que él solo no puede y por eso ladra y pedir ayuda profesional siempre.
Posiblemente habrá que hacer cambios en su rutina, en la forma de educarle, de entender a los perros, pero ante todo asumir que el ladrido es parte de su naturaleza y una de sus formas de comunicarse, si ladra, es que quiere decir algo.