La salida a la calle

Los cachorros tienen que salir a la calle: no hay que cansarle y/o sobre-estimularle, pero es muy importante presentar el mundo al cachorro.

Una buena opción es llevar premios, o bien separar una parte de la ración diario de comida del cachorro para dársela durante el paseo, así a cada desconocido que se le acerque al perro le podremos pedir que le premie (siempre y cuándo el cachorro se sienta cómodo).

Si tomamos unos minutos de descanso mientras paseamos, le daremos al perro la oportunidad de ver al mundo de una manera tranquila, una opción el llevar un juguete relleno o un hueso para ayudarle a estar tranquilo mientras nos leemos el periódico en la calle.

Cuándo un cachorro llega a casa tiene que adaptarse rápidamente a una multitud de cambios en su vida y nuevos estímulos, lo que no es una tarea fácil.

El simple hecho de estar lejos de su madre y hermanos ya le puede producir muchísima angustia y miedo, si eso lo sumamos a la falsa creencia de que hay que dejarle llorar a solas para que no “se mal acostumbre” el cachorro se desespera y puede ver el ambiente como algo hostil para él.

Insisto en la importancia de no dejar los cachorros recién llegados a solas llorando, el cachorro necesita sentirse seguro más que nunca.

Un cachorro pequeño no tiene recursos para gestionar la soledad ni mucho menos para manipular a nadie.

Una vez en casa, habrá que sacarle, y éste será un momento crucial de su vida: una mala experiencia puede representar un antes y un después en la calidad de vida del perro y de sus dueños. Es recomendable sacarle con un arnés cómodo y utilizar una correa larga de unos 5 metros. Aunque vivas en pleno centro, de aceras estrechas,  la intención es llevarle a un sitio donde haya espacio para que pueda moverse con cierta libertad así que la correa de 5 metros es buena idea.

Quizás al principio – incluso durante los primeros meses – el perro no se aleje demasiado y no se utilicen estos 5 metros de correa, pero eso le permitirá moverse con libertad para tomar decisiones que incrementarán su auto confianza, por ejemplo, decidir si quiere ir o no hacia determinados estímulos, parar para poder procesar lo que está viendo, avanzar hacia donde se sienta seguro, y hacerlo todo a su ritmo, al ritmo que se siente cómodo, seguro y confiado. Otorgarle ese poder de decisión también implica un mejor vinculo con el dueño, en base a una relación de confianza mutua que se está forjando.

Cuándo vamos por la calle y vemos que nuestro cachorro se para, y se queda parado observando, es porque ha encontrado algo que le produce cierta DESCONFIANZA, MIEDO, DUDA o INCERTIDUMBRE.

En este momento si le doy un tirón de correa mi perro puede asociar el dolor físico a lo que sea que esté viendo, por ejemplo, unos niños corriendo o una bici pasando. A cambio, si cuando se para a mirar algo, le premio, le felicito, le animo, pronto establecerá conexiones positivas con dichos estímulos:

¡algo que en principio podría ser amenazador resulta ser positivo!

Y así evitaremos que el perro desarrolle miedos y fobias en el futuro.

Si permitimos que el perro nos guíe durante los primeros paseos, y además le ayudamos a “superar” posibles miedos, tendremos un cachorro mucho más sociable, confiado, feliz y sano.


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